lunes, 8 de enero de 2018

Manuel Barea Ginés

Un embajador de la vida que triunfó lejos del pueblo que lo vio nacer
Por Manuel Vidal Jiménez

Nació en Villamartín, donde transcurrió su infancia y adolescencia, tras la cual sus padres le instalaron una pequeña tienda en la Encrucijada, donde intentó vender de todo. Pero pronto vio que las posibilidades de progreso en aquel pequeño negocio eran escasas, lo que le motivó en 1928 a trasladarse a Sevilla, donde se colocó con Antonio Ceballos en la calle D. Pedro Niño, para pasar después a los almacenes Blanco Benítez donde se despojó del babi para pasar a ser viajante de la casa. De aquí salió en 1941 para instalarse por su cuenta en la calle Imagen n.º 14, un local de 18 metros cuadrados, y en 1949 en la Plaza de la Encarnación n.º 16, lugar donde en la década de 1990 estuvo Cortefiel.
Contrajo matrimonio con Genoveva Velasco Basallo, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: Manuel, María de los Ángeles, María Josefa y María Dolores. Por entonces inició la comercialización del bacalao, producto con el que empezó a acreditarse, instalándose en la Plaza Ponce de León 15, donde abrió el despacho al público y un almacén para mayoristas en las Escuelas Pías, poco después otro en la Macarena y en 1971 un tercero en el Polígono Industrial de la Carretera Amarilla. Su humanidad con sus empleados hizo que empezaran y terminaran su vida laboral en la empresa. Para ellos celebró excursiones, comidas y en los días de la Feria de Sevilla les instaló una caseta. Forofo de los toros y seguidor de P. Martín Vázquez, Pepe Luis y Curro Romero, durante años estuvo abonado a una barrera del tendido 2 de la Maestranza de Sevilla.

Tuvo especial inclinación por la Semana Santa y el Cristo de Burgos, de cuya Hermandad llegó a ser Hermano Mayor e incluso por cuaresma publicaba el programa cofradiero con las firmas que colaboraban con sus empresas y recetas en las que como ingrediente figuraba el bacalao, destacando su receta «Ensalada de alubias blancas con bacalao» (400 gramos de alubias, 500 gramos de lomo de bacalao, dos pimientos, un huevo, medio limón, aceite, una cebolla, un ajo, una hoja de laurel, un chorro de leche, sal y una lechuga rizada). Profesó especial devoción a Santa Ángela de la Cruz, cuya imagen presidía su despacho junto a una placa regalo de sus empleados con la inscripción «constancia, humanidad y honradez» y un cuadro enmarcado que le dedicó Antonio Burgos titulado «El Babi Blanco de Manolo Barea».

Gozó del afecto de cuantos le rodeaban y su excepcional memoria le hacía recordar al primer burro que tuvo para el reparto, Morito, y en sus charlas le gustaba recordar el pasado con nostalgia pero satisfecho con lo hecho. Con los años su empresa se agrandó. Junto a Manuel Barea S.A. surgieron Cash Barea S.A. y Cash Colombino, cuyas ventas alcanzaron en 1988 la cifra de 11.578 millones de pesetas, lo que suponía el trigésimo noveno lugar de España. En la década de los 90 vivió momentos realmente duros. El 19 de junio de 1993 moría su esposa a la edad de 81 años y horas después su hija María Josefa a la edad de 41 años, víctima de una cruel y larga enfermedad. El sepelio de ambas se celebró conjuntamente al día siguiente en el cementerio de San Fernando, un duro golpe para un viejo luchador. En el 2006 la empresa Cash Barea celebró sus 65 años de existencia con una cena en el pabellón de los Descubrimientos, en la que se reunieron más de setecientas personas, entre empleados, jubilados y amigos. Con tal motivo José Luis Montoya expresó en ABC: «…la profunda admiración que le producía el tesón y el ingente trabajo realizado por la familia Barea, pues de aquella tiendecita de 18 metros cuadrados que Manuel Barea Ginés puso en 1941 en la sevillana calle Imagen nº 14, la firma, ahora denominada Cash Barea y que es una de las más importantes de Andalucía en su sector, entre todas las empresas repartidas por la región, tras haberse establecido en 1949 en la calle Encarnación nº 16 y en 1955 en la Plaza Ponce de León nº 15».

Para conmemorar la efeméride, la empresa publicó un libro que tituló 65 años de Barea 1941-2006, en cuyo prólogo el escritor y columnista Antonio Burgos escribió: «Se trata de un libro sentimental, tributo de los descendientes a la figura del fundador de la compañía, Manuel Barea Ginés, padre de Manuel Barea Velasco, actual máximo responsable de la empresa, un hombre hecho a sí mismo, de la Real Maestranza del Trabajo, y de esa casta de esforzados empresarios sevillanos capaces de vender hielo a los esquimales». Un trabajo ilustrado con fotografías antiguas y actuales, que recogía los hitos de la empresa, desde la apertura de la primera tienda en 1941 hasta nuestros días. Por los Cash & Carry de Barea pasan cada día 1.500 profesionales de la alimentación, la droguería o la hostelería, siendo excepcionales las fiestas navideñas en las que según su hijo, Manuel Barea Velasco, «en estos días subimos el Turmalet». En los últimos años la empresa ha ampliado y dotado el negocio de los últimos avances tecnológicos de frío, porque como indica Manuel Barea Velasco, «en el área del frío está el futuro de la alimentación». Hoy está presente en Sevilla, Huelva, Málaga, Cádiz, Córdoba y Almendralejo (Badajoz) y el grupo cuenta con una superficie de venta de 65.000 metros cuadrados, oferta 17.000 referencias, con una plantilla de más de 200 trabajadores.

Manuel Barea Velasco manifiesta que: «El protocolo familiar está enfocado a dejar el camino expedito a la cuarta generación, que ya aparece en lontananza, y que no tengan problemas entre ellos» y añade «nosotros fuimos cuatro hermanos, ahora son cinco primos, pero ya hay en el mundo una cuarta generación, que son siete y los que vengan. El protocolo está aceptado por todas las partes, por lo tanto lo que hemos hecho es encauzar el futuro». La empresa proyecta constituirse en un holding para racionalizar todo el accionariado. La sociedad matriz es Manuel Barea S.A. y de ella dependen las filiales: Cash Barea, Cash Extremeña, Cash Colombino, Extremeña de Expansión, Congelados Puerta de Sevilla y Autoservicios Mape. La estrella de Barea S.A. sigue siendo el bacalao, que importa del archipiélago danés de las Feroes y de Islandia y lo procesa en sus talleres del Polígono los Palillos, en Alcalá de Guadaira (Sevilla), mejorando día a día su presentación, envasando también el producto con marcas de terceros para la distribución nacional.

Con la familia y la empresa, Manuel Barea Ginés dejó un gran legado a sus descendientes que han sabido cultivar su activo más importante, su capital humano, sus trabajadores a los que han mimado como si de una gran familia se tratara. Más de 200 personas trabajan en el grupo, de las que el 10% son mujeres, y el 95% fijos, números a los que hay que añadir un ciento de puestos indirectos que genera la actividad del Grupo Barea. La mayoría se jubilan en ella y no es raro el caso de hijos de empleados que empiezan a trabajar en la casa, Manuel Barea Ginés creó la empresa, Manuel y María de los Ángeles Barea Velasco la consolidaron y Ángel Marín Barea e Inmaculada Barea Vidal, tomarán el relevo.



09-01-2024. Juan Pérez Ruiz me aporta esta fotografía procedente de sus archivos. Son los trabajadores de Manuel Barea invitados a su boda. Juan Pérez aparece el primero por la izquierda junto a Barea.

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© Artículo publicado en el Libro de Feria de Villamartín de 2013. Páginas 79 a 84.
© Del texto Manuel Vidal Jiménez.
© De las imágenes, libro 65 años de Barea 1941·2006.

© De la presente publicación Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez.

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